Por qué volver a un blog.

Llevo muchos meses dándole vueltas a la idea de escribir en un blog. Durante este tiempo, a veces me echaba para atrás la idea del tiempo que requería. O el compromiso. O el miedo de empezar a lo grande, con mucha ambición, y abandonarlo. 

Me di cuenta de que todo ello estaba ligado a esta idea que tengo a veces del “todo o nada”. Y entendí que tener un blog no implica la obligación de publicar cada X tiempo, con un determinado formato o longitud; en definitiva, que la única que se exige soy yo misma. Y que, en ese sentido, yo debo ser mi principal juez, pero también mi mejor animadora.

Cada vez que entro en redes sociales y paso algún tiempo leyendo, me reafirmo en mi idea de que necesito otro espacio adicional para expresar mis pensamientos (que no es que sean especialmente importantes o trascendentales, pero a mí me gusta darles valor). Y es que creo que nos hemos acostumbrado al consumo rápido y voraz de información y, en consecuencia, hemos desarrollado esta ansiedad por plasmar opiniones en poco tiempo y espacio. Nada se piensa, nada se medita. Hemos perdido el sosiego en las opiniones, el respeto en los debates, la tolerancia hacia los demás y las formas de pensar ajenas y distintas. 

Si no cabe en los caracteres que me permite Twitter, hago que quepa. Y eso produce pensamientos inconexos en ocasiones, a los que les falta algo de precedente, de historia, de origen. Lo que se escribe en Twitter está diseñado para ser consumido al instante, y no critico eso. Me encanta Twitter, tanto para consumir información, como para llegar a artículos y análisis a los que no hubiera llegado de otro modo, como para expresarme. Sin embargo, defiendo que no debe ser lo único. Debe haber más, un lugar donde poder intercambiar ideas sin que eso suponga un ataque o una ofensa. Un sitio donde haya más, a donde me pueda dirigir cuando quiera expandir mis pensamientos y mis opiniones. Un sitio donde los caracteres no me obliguen a hacer malabares con las palabras. Donde el lenguaje y su uso se expandan, se recuperen. Donde el contexto importe.

Tener un blog es, por decirlo de algún modo, mi forma de insubordinación. Es la manera en la que protesto contra los clickbaits, las palabras acortadas, los titulares sensacionalistas, los lo que sucedió a continuación te sorprenderá. Es como me resisto a perder la habilidad de debatir desde el respeto y la tolerancia; como mínimo, es un intento de invitar a los demás a recuperar o fortalecer esa habilidad. Es mi intento de regresar al sosiego, a la palabra meditada, a las opiniones vertidas desde el conocimiento y la calma. Me parece importante fomentar el pensamiento crítico en los tiempos que corren, trabajar nuestra capacidad de plantearnos cosas, de cuestionar, de hacernos preguntas que nos hagan crecer, entender, respetar y tolerar.

Es muy ambicioso, lo sé, pero ya dicen que Roma no se construyó en un día. Y yo defiendo siempre las causas a largo plazo. El resto, ya veremos.  

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